ROSALINDA Cabrera Cruz

            Morelia, Mich.- El retorno a las escuelas y con ello la reactivación económica del país y del estado, se encuentra a la vuelta de la esquina. El avance en la aplicación de las vacunas que por fin liberen a México del malhadado COVID-19 ahora sí presentan un avance en este sentido, sobre todo porque se atendió a un sector poblacional clave para que las clases se reanuden de manera presencial: el del magisterio.

            Sin embargo, existen fantasmas que se ciernen sobre la muy castigada educación, que desde hace más de 400 días se vio obligada a impartirse en una modalidad con la que ni alumnos ni maestros estaban familiarizados: a distancia, con todas las implicaciones que la acompañaban, como el uso de tecnologías que quedó demostrado rebasaron la preparación de todos los implicados en el sector educativo.

            La imposición forzosa de un modelo de enseñanza desafiante y desconocido, junto con el impacto económico que acompañó a la pandemia (y que llevó a la reclusión y al recorte de empleos), obligó a muchas familias a hacer recortes en su economía doméstica y a dar prioridad a lo más elemental, como comer y asegurar un techo sobre sus cabezas, antes que sufragar los gastos que implicaba la enseñanza en casa, adquirir tecnología o pagar por el uso de una computadora, una tablet o un teléfono celular para la educación.

            Lo anterior derivó en que muchos niños y jóvenes tuvieron que abandonar temporalmente sus estudios, ya fuera para no generar más gastos a sus familias o para incorporarse al campo laboral “de lo que fuera” para contribuir al gasto diario; con ello la deserción escolar se disparó como nunca antes se había visto.

            De acuerdo a los datos más recientes que son manejados por la secretaría de Educación en el estado (SEE), se estima que un 4 por ciento de alumnos de nivel básico dejó la escuela en el último ciclo escolar; 9 por ciento lo hizo en secundaria; 12 por ciento del nivel medio superior lo hizo también y un 9 por ciento abandonó sus estudios superiores, siendo las escuelas primarias y las universidades las más afectadas.

            Pero la deserción no es con lo único que las autoridades educativas tendrán que lidiar para retornar a las aulas, presumiblemente en agosto; ahora también están frente a un gasto que no contemplaban: el de la rehabilitación de los centros educativos que, dada la reclusión y la aplicación de la sana distancia, quedaron abandonados y a merced de la delincuencia, que se dio vuelo destruyendo y saqueando todo lo que tuvieron al alcance en miles de escuelas.

Deserción como nunca antes

            Las cifras por deserción que son manejadas desde la subsecretaría de Planeación de la SEE resultan alarmantes: en primaria, durante el ciclo escolar 2015-2016, se ubicaban en 2.2 por ciento; para el siguiente 2016-2017 habían bajado a 2.1 por ciento y durante el 2017-2018 bajó al 2 por ciento.

Por lo que toca a secundaria, en el ciclo escolar 2015-2016 era de 9 por ciento; en el siguiente ciclo escolar, 2016-2017, bajó a 8.5 y en el siguiente ciclo escolar 2017-2018 volvió a subir a 8.8 por ciento.

El nivel subsiguiente, el de bachillerato (en sus distintas modalidades) tenía una deserción de entre 7 y hasta 15 por ciento (dependiendo del subsistema), por lo que el balance de la secretaría de Educación es que, si bien la pandemia no acentuó de forma relevante la problemática, sí detuvo los avances que se estaban logrando en los últimos años.

El nivel superior es otro cantar, porque la deserción en la entidad se encontraba de manera global en alrededor del 5 por lo ciento, por lo que la contingencia sanitaria sí afecto con más fuerza a este sector, que obligó a abandonar las clases a casi el doble de jóvenes que normalmente las dejan año con año.

Sobre la cantidad de menores entre 6 y 14 años que no asisten a la escuela, Michoacán pasó de un 5.2 por ciento en 2015 a un 8 por ciento en 2020, lo que significa que en el estado hay 370 mil niños de los niveles de primaria y secundaria que no están estudiando.

Desde la SEE, al inicio del actual ciclo escolar buscaron paliar el problema del abandono escolar con diferentes estrategias, como las llamadas Yo Me Sumo, Quédate en la Escuela o Gradúate, entre otras, cuyo enfoque fue dotar con equipo electrónico a los estudiantes con menores recursos económicos o bien implementar becas económicas o de despensas para toda la familia, de tal manera que los niños y jóvenes no tuvieran que trabajar y al menos momentáneamente pudiera frenarse la salida de las aulas.

En las universidades se implementaron otras medidas y al menos en ellas el abandono solamente fue parcial, porque prosiguieron con algunas actividades prácticas en talleres y laboratorios, lo que ayudó a que los jóvenes lucharan por mantenerse en las aulas.

Pero la deserción fue una realidad y el fenómeno al que ahora las autoridades educativas se tendrán que enfrentar es a la reticencia y desconfianza de las familias, que por fin se convencieron de que la enfermedad está presente con la muerte de compañera; los padres de familia se resisten a mandar a sus hijos a las escuelas, precisamente para evitar contagios y si esta decisión es voluntaria y se deja en sus manos, ni duda cabe que la deserción se continuará incrementando.

El precio de conservar la salud ha sido muy elevado; si bien hubo esfuerzos por continuar las clases a distancia y se trabajó por implementar la tecnología en los hogares para el uso correcto de la transmisión de conocimientos, esto no se logró a cabalidad, dejando enormes boquetes y rezagos académicos en todos los niveles educativos, brechas que tendrán que ser abordadas apenas se reabran los centros educativos con cursos remediales, provocando con ello un nuevo retraso; no en vano muchos especialistas en el tema llaman a esta la generación perdida.

Escondiendo la cabeza

La gravedad del problema es destacada por algunos investigadores, como Roberto Ordaz de Alba, especialista en el tema educativo del Colegio de Michoacán, quien subraya que no se quiere ver la crisis del modelo educativo y que precisamente la pandemia debería servir para replantear este punto; no obstante, hizo hincapié en que la SEE únicamente busca solucionar la deserción y el rezago invirtiendo millones de pesos para capacitar una y otra vez a los docentes, acompañando esto con modificaciones curriculares a las que no todos les pueden llevar el paso.

El consultado considera que la contingencia, más allá de ahondar o reflejar tendencias que ya existían, como el abandono escolar o en el rezago en una parte relevante del alumnado, también demostró que desde el sector docente es urgente y necesario actualizarse, lo mismo que en la metodología e infraestructura de los planteles.

Puso el dedo en la llaga: la Nueva Escuela no es una transformación real y si se analiza en cuanto a sus contenidos y las dinámicas que el actual gobierno prometió cambiar, esto no ha sucedido y todo lo malo que antes existía todavía permanece ahí, dijo, por lo que asuntos como el abandono escolar no han hecho más que continuar una inercia natural, acentuada en algunos niveles y regiones por las condiciones propias que dictó la contingencia sanitaria misma.

Saqueo escuelas

Pero además de la deserción, el otro fantasma que podría impedir el regreso a las escuelas en Michoacán se encuentra en que las instalaciones mismas de cientos de planteles en el estado, que no están listas al 100 en el aspecto sanitario para recibir a maestros y estudiantes y eso por dos motivos: un rezago ya existente en cuanto al mantenimiento, sobre todo en lo que se refiere a servicios de agua, drenaje y electricidad, y el otro al vandalismo que han sufrido durante el cierre obligado.

            En este periodo de más de 400 días de reclusión se hizo habitual que los planteles educativos sufrieran robos y vandalismo (como siempre ha ocurrido durante las temporadas vacacionales), pero ahora fue más grave debido a más de un año de cierre; desafortunadamente, lo que más se han robado es precisamente el material eléctrico e hidráulico, elementos indispensables para garantizar la limpieza de las aulas una vez que los niños regresen a clases.

Esto lo ha admitido Héctor Ayala Morales, titular de la SEE, quien al respecto dijo que desgraciadamente algunos planteles educativos han sido saqueados por personas ajenas, quienes se han llevado desde alambre de cobre, mobiliario, insumos y hasta material didáctico importante para el aprendizaje de los alumnos.

Pero no ha sido sólo eso, pues muchos centros educativos presentan pintas de graffitis, pasto crecido, ventanas quebradas, vidrios rotos, puertas caídas, mallas ciclónicas tumbadas, paredes despintadas, con basura y polvo y una lista de daños interminable.

            Según los reportes de directores y supervisores de escuelas que presentaron casos de robo, la mayoría se concentró en algunos municipios como Morelia, Huetamo, Uruapan y Zacapu y aunque la autoridad educativa los ha acompañado y apoyado para levantar las denuncias penales correspondientes, además de buscar cómo llevar a cabo la mitigación de estas actividades delictivas a través de la participación de los propios municipios con sus cuerpos de seguridad para que ayuden a vigilar los planteles, el daño ya está hecho.

Los siempre aguerridos miembros del magisterio michoacano han hecho pública la situación; en este caso se encuentra el dirigente de la sección XVIII de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE), del grupo de Poder de Base, Benjamín Hernández Gutiérrez, quien recientemente declaró que las escuelas están en total abandono y costará trabajo y dinero darles el mantenimiento requerido.

            Destacó que “estamos conscientes que las escuelas están abandonadas, esto porque los trabajadores de apoyo a la educación, que son los que dan el mantenimiento, y son quienes se encuentran en el grupo de personas vulnerables, no van a las escuelas a barrerlas ni limpiarlas; ellos no han podido estar de manera recurrente para estar generando el mantenimiento”.

Ahora, dijo, los padres de familia son lo que tendrán que hacer la limpieza si se regresa a clases antes de que termine el ciclo escolar, incluso algunos planteles ya han convocado a los papás para las tareas de mantenimiento. Hernández Gutiérrez puntualizó que la condición de las escuelas es variada, y que algunas de ellas están más deterioradas que otras que han podido mantenerse limpias y en orden.

De igual forma, Daniel Ambriz Mendoza, representante del magisterio de la sección 18 del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE), dijo que en Michoacán las escuelas están prácticamente abandonadas.

En su decir, asentó que “están llenas de basura, con polvo, con hierbas y zacate, la pintura deteriorada, los baños en mal estado; están en el abandono, por lo que en el momento que quiera regresar a tomar las clases ya en ellas, se tendrá que hacer todo un trabajo de limpieza, restauración y desinfección en colaboración con los padres de familia”.

Ambriz Mendoza señalo que la falta de recursos en la dependencia educativa para dotar a las escuelas de insumos de limpieza, “es un problema que se debe de resolver de manera inmediata, que si no tienen dinero, que lo consigan, o no aventurar a nadie a regresar a las escuelas ante la situación tan deplorable en las que se encuentran”.

Por otra parte, el encargado de la política educativa michoacana Ayala Morales lamentó que en medio de la emergencia sanitaria por la pandemia que ha cobrado la muerte de muchas personas en el país y también en el estado, los ladrones no han descansado y continúan con este tipo de prácticas ilegales que afectan principalmente el aprendizaje de los niños, al no contar con una infraestructura o con las herramientas necesarias para su desarrollo académico.

Y aunque directores y profesores comprometidos con la educación realizan rondines o visitas planeadas a los distintos planteles para prevenir la sustracción del equipamiento o el daño a los materiales que tienen las escuelas, los maleantes aprovechan que las autoridades educativas no pueden estar de manera constante ni masiva en los edificios, porque de lo contrario podrían poner en riesgo su vida y contagiarse.

El funcionario informó que desde la suspensión de las clases presenciales en todos los niveles educativos de Michoacán por la pandemia, es decir a partir del 17 de marzo de 2020, se pidió a la secretaría de Seguridad Pública (SSP) realizar rondines constantes en los poco más de 11 mil planteles educativos con la finalidad de evitar los robos o saqueos en las escuelas, ya que se quedarían en la total indefensión.

En este sentido, el funcionario volvió hacer el llamado a las autoridades de esta dependencia para que no se abandonen los edificios, y se refuercen los protocolos de vigilancia, en la medida de lo posible, sobre todo ante la efervescencia política que hoy se vive.

Un regreso incierto

            Al estar por finalizar el ciclo escolar 2020-2021 y ante los reiterados anuncios del retorno a las aulas presenciales, lo cierto es que aún no se sabe cómo será la recuperación académica en todos los niveles educativos, no quedando duda de que será difícil contrarrestar los efectos del COVID-19 en el presente año, de manera que se anticipa un ciclo escolar más con el ingreso de estudiantes vía virtual o híbrida.

Con los daños en las escuelas ya descritos, es aplastante que el 81 por ciento de los inmuebles está ubicado en construcciones con condiciones mínimas de sanidad, así que muchos expertos proponen mejoras en los centros educativos y menos estudiantes en cada salón de clases, lo que está lejos de poder ser cumplido.

Tal parece que no quedará de otra que continuar desarrollando actividades de docencia que mezclen lo presencial con la educación a distancia, para evitar que haya aglomeraciones en los centros de estudio.

Asimismo, tendrán que ser armados con gran puntualidad de cursos remediales y se deberá avanzar en las actividades académicas en todos los niveles, desde básico a educación media superior y superior para poder salir adelante.